Publicado el 26 de agosto del 2020

Nuevas Competencias Laborales en la Era de la Revolución Digital: Mediante el desarrollo de Las competencias Integrales de la educación para la Cuarta era Industrial.

Introducción al tema:

En vista de la llegada de la Cuarta de la Revolución Industrial, la que por su naturaleza y características implican una revolución en los sistemas culturales y sociales, una de las características de esta nueva era de la Inteligencia Artificial es la cantidad de información a la que se tiene acceso a partir de buscadores de internet, y la digitalización de libros, tesis, monografías, ensayos, entre otros, en que el análisis de un solo objeto de estudio tiene tantas miradas y perspectivas de análisis como autores existan. Este flujo de información sin duda nos permite una oportunidad insuperable de conocer (logos, ciencia), pero también presenta un desafío a las Instituciones de Educación Superior, ya que el mercado cambia y se adapta de manera anticipada a los desafíos que supone la Cuarta Revolución Industrial, mientras que las instituciones de educación superior, que nutren dicho mercado de profesionales, transitan a un encuentro
conflictivo, que implica incluso un dilema ético de cómo formar profesionales capaces de procesar la información que reciben, para discriminar positivamente en la selección de información y aplicarla en el que hacer de su laboral profesional. El acceso contemporáneo a la información ya no es una opción, sabemos que el saber es una inquietud inherente al ser humano, no obstante hoy en día nos encontramos inmersos en un contexto en que Instagram, Facebook, el periodismo independiente, es parte del vivir, y más allá de que los contenidos de las mallas y carreras sean los óptimos y el rol docente sean un referente respecto de conocimiento e información fidedigna, el desafío actual está en empoderar en competencias de procesamiento de información para futuros profesionales, de manera de que el profesional sea capaz de procesar y discriminar positivamente información falsa de otra fidedigna y verdadera, contribuyendo al Contrato Social de modo de construir una sociedad capaz de discernir aquellos contenidos que la nutren y aportan al progreso
de una nación, por sobre información y contenidos que podrían convertirse en anomalías sociales.


Cambio de Paradigma:
El año 2016 Klaus Schwab acuña el término Cuarta Revolución Industrial en el Foro Económico Mundial, dando inicio a ésta nueva etapa mundial. No obstante, para comprender el contexto de lo planteado, es necesario adentrarnos en la evolución de las distintas revoluciones industriales,
“La primera revolución industrial surgió a finales del siglo XVIII en el Reino Unido, con la irrupción de la energía de vapor, la mecanización de la agricultura, la manufactura y el transporte. La segunda revolución industrial se consolidó en Estados Unidos de América a principios del siglo XX. En este caso, la tecnología disruptiva fue la energía eléctrica, que permitió la producción en serie. La tercera revolución industrial fue detonada desde mediados del siglo pasado con la invención de los semiconductores, las plataformas digitales y el auge de las computadoras personales. A diferencia de las tres revoluciones anteriores, la cuarta no se define por la emergencia de una tecnología disruptiva específica, sino que por la convergencia de varias tecnologías digitales, físicas y biológicas, como la inteligencia artificial, la inteligencia aumentada, la robótica, la impresión 3D, el cloud computing, el big data, el “internet de las cosas” o la nanotecnología (Rose, 2016). Esta confluencia genera redes ciberfísicas. Lejos de ser un escenario de ciencia ficción, estas redes ya funcionan en escenarios laborales, financieros o de ocio, con capacidades de autorregulación, toma de decisiones propias y con mínima o nula intermediación de seres humanos” (Escudero 2017).


Cada revolución industrial implica necesidades de formaciones profesionales específicas, en el caso de las dos primeras revoluciones industriales, las que se basaron en la aparición en del uso de maquinarias a través de la energía del vapor, en caso de la primera revolución, en el siglo XVIII y la segunda en la aparición del uso de maquinarias que usaban electricidad en su funcionamiento a principios del siglo XX, (Ortiz, Ovalles y Quintero 2019); donde era relevante que las competencias funcionales y labores, estaban abocadas en el aprendizaje, de conocimiento técnicos y la
aplicación de los mismos, acá se comprende al sujeto, como un ente pasivo que tiene que acumular conocimientos y comportamientos estandarizados para poder interactuar con esas técnicas; lo que implica que las competencias requeridas estaban centradas en la producción y acceso a conocimiento de las personas. La tercera revolución industrial contemplaba la aparición de las tecnologías digitales y el auge de los computadores personales (TICs) a mediados del siglo XX (Ortiz, Ovalles y Quintero 2019), acá existe una mayor exigencia de las competencias funcionales y
labores que se requieren, ya que se aumenta la necesidad de adquisición de conocimiento técnico y aplicación de comportamiento, las TICs, no están limitadas solo en el ámbito laboral o productivo de las personas, sino que determinan también su vida cotidiana y la relación con todo su medio.

La cuarta revolución por su parte no aflora por la emergencia de algún tipo de tecnología, sino que busca relacionar las tecnologías digitales, físicas y biológicas y ponerla al servicio de las personas; entre los ejemplos más significativos encontramos la inteligencia artificial, la robótica, el Big Data,
la impresión 3D, la nanotecnología, entre otros., (Ortiz, Ovalles y Quintero 2019 pag 12) por lo tanto se mueve el interés de la formación, de sus competencias de interacción; acá el sujeto no puede ser pasivo, puesto que tiene que establecer relaciones de estas tecnologías, poder además de adquirir y acumular conocimiento, sino que tiene que poder aplicarlos y establecer asociaciones entre sus diversas acciones; además existe una mayor emergencia desde el sujeto a la interacción en red de los grupos de personas, generando así sistemas complejos, donde el sujeto, no es un ente pasivo, sino que una parte integrada que genera conocimiento, soluciones,
servicios y productos que escapan a su capacidad individual, sino que son desarrolladas en base a la integración del trabajo integrado entre diversos grupos de individuos. Estas acciones están fundamentadas en las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) (Escudero 2007),
pero estas tecnologías, implican una trasformación total de los ámbitos culturales, sociales y psicológicos que involucran la vida de las personas, estas tecnológicas no están limitadas a la esfera productiva o profesional de las personas, sino que están integradas en la vida cotidiana, recreativa y en las actividades de entretención de las personas (Olliver y Daza 2007)


Las competencias funcionales propias de la cuarta revolución industrial, se pueden denominar como “competencias integrales” ya que no solo implican la integración y aplicación de diversos tipos de tecnologías, sino que además incluyen la facilitación de interacción entre redes de personas. Puesto que estas interacciones eficientes de manera progresiva se están volviendo imprescindibles en la vida de las personas, cada vez están involucradas y son parte integral de la dinámica social y personal; de los miembros de la sociedad, además de participar en la vida cotidiana y en las opciones de esparcimiento y de entretención, también son parte de la manera en que interactuamos con los organismos gubernamentales, ONGs, instituciones de salud, educación, entre otros. Este contexto implica que todos los miembros de un grupo social, además de acceder tienen que poder dominar este tipo de tecnologías y poder generar vínculos e interacciones con redes, puesto que estas tecnologías están involucradas en áreas esenciales de la vida social.


Pero este dominio de las TIC y tecnologías físicas, no es un fenómeno secundario, ya que este dominio involucra también una transformación profunda de nuestra forma de interactuar con el medio, un radical cambio de nuestra manera de interpretar el ambiente, relacionarnos con los
otros y como comprendemos la realidad, lo que implica una integración de aspectos comunicacionales, conductuales y hasta cerebrales en cómo nos asociamos con el mundo a través de estas tecnologías; es más se tiene que entender que es tal el grado de implicación de estas tecnologías en nuestro cotidiano, que se pueden entender cambios en nosotros de orden
superior. El cerebro humano y su red neuronal se encuentran en relación sistémica con los acontecimientos del dominio vital y con los sucesos en el medio interno; equivale a decir que los cambios en algún punto de la estructura de la red de neuronas –modificación en el estado de los componentes- o en la plasticidad –modificación, p.e. en los umbrales de respuesta a la excitación en las neuronas-, se traducirá en modificación de la plasticidad de las funciones mentales en las que cooperan.(Carrasco y Mendez 2013, Pag 10)

Entonces las TIC, a través de su variada gama de estimulación y de integración en muchos de nuestros sentidos, en nuestro cotidiano y reiterado uso, puede generar una nueva estructura neuronal, explicado por el grado de plasticidad que tenemos los seres humanos en relación al desarrollo de nuestro sistema nervioso central. (Carrasco y Mendez 2013) Esta modificación neuronal, implica que todo nuestra interacción cultural tiene que ser afín a este tipo de tecnología, toda nuestra relación con el medio tiene que intencional en su uso y aplicación las características de las TIC y como estas se relacionan a nuestra experiencia y generan una “interface” (relación funcional entre sujeto, la herramienta y el uso de ella) y por ello con toda forma de expresión cultural, producto y relación con el medio. Por lo tanto tendríamos, el aspecto de desarrollo en red, de las TICs, el carácter de alta permeabilidad de estas tecnologías en la mayoría de las áreas de interacción que tiene el ser humano durante su vivencia en sociedad; junto con la modificación cultural que tienen las TICS, en nuestro sistema nervioso, generado efectos estructurales en nuestra biológica y en nuestra forma de percibir la realidad.


Por lo tanto estas “competencias integrales” no solo implican la idónea interacciones tanto de individuos, como en redes de colaboración con las tecnologías utilizadas, sino que también tienen que poder estar al tanto de estos efectos, en as características sociales e individuales; sino que a poder actuar sobre os efectos que pudieran estar involucrados, puesto que estos cambios son escalables a todo el tejido social y las relaciones que tenemos entre nosotros, nuestras instituciones, entre otros.
Es imperativo entonces que toda propuesta de educación para las siguiente generación pueda estar basada en las TICs y las nuevas tecnologías físicas, pero no solo integrándola; sino que ponerla como foco central de preocupación. Prontamente veremos que los sistemas de educación involucran este tipo de tecnología; mientras que los profesionales que interactúan en este ámbito desarrollarán su labor en base a estas tecnologías, no podemos ser indiferentes hacia ellas, ya que están instaladas y modifican continuamente nuestra interacción con el medio.
Es imperativo entonces que la nueva formación educacional, la educación de la cuarta revolución industrial; se fundamente en la interacción del individuo con la sociedad, con la información, productos y servicios que provienen de ellas, puesto que el individuo no se puede aislar de TICs y
las nuevas tecnologías físicas; están inmersas en todo ámbito de su vida y con ello no se puede limitar a la adquisición, evaluación y aplicación de conocimientos y procedimientos; sino que se tiene que fundamentar en una “interface” idónea con estas metodologías; considerando que estas además de estar en las interacciones, personales, sociales e institucionales de las personas, desde su primera infancia en adelante; sino que van aumentar su grado de importancia, influencia y determinación en dichas interacciones.
Entonces, el docente cambia radicalmente su rol e importancia, ya no se considera a este un agente que facilita la adquisición de conocimiento, evaluación y aplicación de procedimientos; sino que se tiene se posiciona como unos de los principales responsables de facilitar la correcta
interacción del sujeto en el contexto de la cuarta revolución industrial, esto no es menor puesto que implica un cambio radical en el perfil docente, y los contenidos de las mallas educativas existentes, junto con ello una integración del desarrollo de habilidades intelectuales, conductuales y afectivas propias a las características del nuevo contexto, con el fin de poder interactuar de mejor manera en el proceso de formación de los individuos en este nuevo escenario.

Autores: Alex Suárez Vera, Psicólogo Organizacional y Juditca Marinkovic Alday, Socióloga.

Bibliografía

  • Escudero Nahón, Alexandro (2017) Redefinición del “aprendizaje en red” en la cuarta revolución industrial, Revista Apertura, Universidad de Guadalajara. https://dx.doi.org/10.18381/Ap.v10n1.1140
  • Yesid Reinaldo Ortiz Rojas, Wilson Iván Velásquez Ovalles SDS, Bruno Parra Quintero (2019) Una educación inclusiva pensada desde la cuarta revolución industrial y el enfoque educativo y STEM +H, Universidad de San Buenaventura Colombia, https://revistas.usb.edu.co/
  • Olivar Anderson, Daza Alfredo (2007) Las Tecnologías de la información y comunicación (TICs) y su impacto en la educación del siglo XXI; Revista NEGOTIUM, http://www.revistanegotium.org/
  • Garcia Carrasco Joaquin, Juanes Mendez Juan Antonio (2013) El cerebro y las TICs; Revista Teoria de la Educacion y Cultura sociedad de la Información, Universidad de Salamanca. http://campus.usal.es/~teoriaeducacion/DEFAULT.htm