Publicado el 13 de diciembre del 2023

La historia de Mónica Oliva Quiroga: ingeniería más allá de la madera

En el año 2002, una joven Mónica Oliva Quiroga entró a Ingeniería de Ejecución en Maderas de la Universidad del Bío-Bío. En su tercer o cuarto de carrera, debido a su rendimiento académico, se le presentó la oportunidad de convalidar para obtener la Ingeniería Civil en Industrias de la Madera, lo que Mónica no sabía es que nunca llegaría a ser parte del rubro de la madera por decisión propia.

Motivada por su afición por las matemáticas y de su acercamiento al rubro forestal debido a familiares insertos en esta área, Mónica Oliva entró a estudiar en la Universidad del Bío-Bío, casa de estudios que siempre tuvo en la mira debido a su calidad educativa. “Me inscribí en la UBB sabiendo que es el mejor lugar para estudiar ingeniería en la zona”, señaló la entrevistada.

Con mucho cariño recuerda sus tiempos en las aulas con profesores que siguen ejerciendo en el Departamento de Ingeniería en Maderas y con quienes incluso pudo realizar una gira tecnológica al extranjero a Brasil y Argentina en la década de los 2000.

Con el paso de los años descubrió el rubro de su carrera que le gustaba, el área de calidad y de gestión, a la cual le dedicó su tesis y tres prácticas profesionales y constituyó su único acercamiento a la industria de la madera.

En su última tesis profesional se dio cuenta lo difícil que sería compatibilizar la maternidad con el ejercer en el mundo de la madera.  “Cuando hice mi última práctica profesional sentí poca empatía por el personal a cargo mío en la empresa, con cosas tan triviales como accidentes escolares. Entonces decidí no encerrarme en una empresa. No tenía necesidades económicas, mi esposo en ese entonces podía solventar todos los gastos y yo decidí una vez titulada quedarme en casa y dedicarme a otras cosas”, narró la entrevistada, quien hoy es una importante empresaria.

Así fue cómo comenzó su camino en diferentes áreas que la llevaron a tener un jardín infantil en pleno centro de Concepción y luego a convertirse en distribuidora de lencería y ropa deportiva, trabajo en el que es su propia jefa y puede poner en práctica sus conocimientos de gestión y calidad. “Si bien todos podemos tener la capacidad de crear una empresa, cuando tú tienes herramientas de base que te entregan en la Universidad, eso te permite ir un poco más allá o administrar de mejor manera tu negocio”, explicó Oliva.

La maternidad y el trabajo: una disputa que no acaba

La conciliación de la maternidad y el trabajo es un gran desafío. Según la última encuesta de Rankmi solo el 23% de mujeres consultadas indicó que sí reciben beneficios laborales en relación a la maternidad. Mientras que un 54% manifestó no contar con ningún beneficio. A su vez, de acuerdo a un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo, las mujeres latinoamericanas y caribeñas dedican más del doble de horas que los hombres a responsabilidades domésticas y de cuidado no remunerado.

Si bien la situación que la hizo desistir de dedicarse a la ingeniería en maderas ocurrió hace más de 10 años, considera que se ha avanzado en el área pero que aún queda camino por recorrer. “A pesar de que hay muchas empresas que entregan facilidades como jardines o sala cuna para los hijos eso dura como máximo dos años, pero después los niños también tienen necesidades”, recalcó Oliva.

“Si hablamos del área de la empresa maderera, yo considero que es muy machista, por ende, como mujer por mucho título que tengas tienes que rendir igual que un hombre, no me refiero a intelectualmente porque en ese sentido somos iguales. Pero si tú tienes un hijo y algo le pasa en el jardín o donde esté encargado, tu instinto es ir a ver qué pasa, porque generalmente recurren a la mamá, que no es lo que les pasa a los papás, y eso no toda la gente que trabaja contigo lo entiende”, finalizó la entrevistada sobre los desafíos de ser mujer en la industria.